De Ramona al Neco: la herida abierta de la represión

El 28 de enero de 1946, la Plaza Bulnes frente a La Moneda se tiñó de sangre, en un evento que marcó un punto de inflexión en la historia del movimiento obrero chileno y que, sin embargo, permanece relativamente olvidado en la memoria colectiva. Aquel día, lo que comenzó como una manifestación pacífica en solidaridad con los trabajadores del salitre terminó en una brutal represión policial, dejando un saldo de seis muertos y decenas de heridos. Entre las víctimas fatales, se encontraba la joven obrera comunista Ramona Parra, cuyo nombre se convertiría en un símbolo de la lucha y la represión, sobre todo a través de las brigadas muralistas vinculadas al PC.

El contexto era bastante convulsionado en términos políticos. Si bien Juan Antonio Ríos seguía siendo Presidente de Chile, el 17 de enero delegó su poder en el vicepresidente Alfredo Duhalde, debido a su delicado estado de salud. Con un creciente descontento social y una escalada de conflictos laborales, las huelgas de los trabajadores de las salitreras Mapocho y Humberstone, daban cuenta de las precarias condiciones laborales que enfrentaban y el alza arbitraria de los precios en las pulperías. Si, en 1946, continuaban estos abusos.

La respuesta del gobierno fue anular la personalidad jurídica de los sindicatos, una medida que radicalizó aún más la situación. La Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH), en respuesta a la situación, convocó a una manifestación en la Plaza Bulnes, un espacio tradicional de encuentro para las luchas sociales de la época. Sin embargo, lo que debía ser una demostración de unidad y fuerza obrera, se transformó en una trampa mortal.

El Gobierno dispuso cerca de 250 carabineros, incluyendo 100 montados. Un despliegue totalmente desproporcionado para la manifestación, generando un ambiente de tensión y hostilidad desde el inicio. Protestas y pifias se comenzaron a sentir por parte de los manifestantes, al sentirse aprisionados en el espacio que dejó la policía entre el escenario y la Alameda.

Según el testimonio de Olga Parra, hermana de Ramona, uno de los carabineros la agredió luego que ella le respondiera una orden de silencio, y que tras esa agresión se produjo el disparo que dio inicio a la matanza. Carabineros abrieron fuego contra los manifestantes, utilizando armas automáticas y causando la muerte de seis personas, incluyendo a Ramona Parra.

La investigación judicial, como lamentablemente suele ser en nuestro país, fue irregular y no esclareció los hechos ni individualizó a los responsables, dejando la matanza en la completa impunidad. En términos políticos, ante la masacre renunció el jóven ministro de la Falange Nacional, Eduardo Frei Montalva. Esto desató una crisis en el gabinete, que fue respondida con el ingreso de militares a los ministerios clave del país. En el Ministerio del Interior sería nombrado el Jefe de Escuadra, Vicente Merino Bielich, quien como primera acción decretó el Estado de Sitio en todo el territorio nacional ante la «agitación extremista» que existía en el país.

La respuesta por parte de la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) fue la convocatoria a un paro nacional para el 30 de enero, el cual fue un éxito absoluto y reflejó la unidad y el poder del movimiento obrero. No obstante, el Secretario General de la CTCH, el socialista Bernardo Ibáñez, hizo un llamado a no participar del paro, acusándolo de ser orquestado por el Partido Comunista. Tras esto, los socialistas se acercarían al gobierno, incluso ingresando a algunos ministerios.

En un país como Chile, en donde la represión y la impunidad siguen siendo la tónica, es fundamental que estos episodios sean parte de nuestra memoria. Sin ir más lejos, hoy también se cumplen cinco años del asesinato de Jorge Mora, el «Neco» a la salida del Estadio Monumental en enero de 2020, en el contexto de la revuelta popular.

Al igual que en la masacre de la Plaza Bulnes en 1946, las víctimas de la revuelta fueron personas comunes, miembros de comunidades que luchaban por mejores condiciones de vida y mayor justicia social. Ramona Parra y Jorge Mora representan, en distintos contextos históricos, los rostros de la resistencia y el costo humano de la represión. Ambos nombres resuenan como símbolos de cómo las demandas legítimas del pueblo chileno han sido respondidas con balas y brutalidad.

Por ello, la memoria histórica resulta fundamental. Reconocer las conexiones entre estos episodios es vital para entender que las luchas sociales ocurren en un entramado de conflictos no resueltos que atraviesan generasiones. La sangre derramada en la Plaza Bulnes y la que manchó las calles de Macul en 2020 no pueden ser olvidadas. Son un llamado a la reflexión y a la acción. Porque para poder avanzar como sociedad, es imprescindible enfrentar el pasado, condenar la impunidad y transformar las estructuras que perpetúan la violencia estatal. Para que los errores del pasado no se repitan y que la lucha por la justicia social siga viva en el corazón del pueblo de Chile.

Matias Gazmuri

Wanderino. Nació en Chillán pero ha vivido toda su vida en Villa Alemana. De profesión periodista y sociólogo. Militante del proyecto nacional popular. Activista ambiental y ex dirigente estudiantil.

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