¿Sabías que el 14 de enero de cada año, Chile conmemora uno de los hitos más significativos en su historia democrática? Desde ese día las mujeres podemos votar. Este logro no solo representa un avance crucial en los derechos políticos de las mujeres, sino también un reconocimiento al trabajo incansable de generaciones que lucharon por una sociedad más igualitaria y justa.
El contexto histórico de una lucha
Desde finales del siglo XIX, los movimientos feministas y sociales en Chile comenzaron a alzar la voz exigiendo igualdad de derechos para las mujeres, particularmente en el ámbito político. Durante décadas, las mujeres estuvieron excluidas de las decisiones políticas, lo que reflejaba una sociedad profundamente patriarcal que relegaba su rol al ámbito doméstico y las mantenía al margen de la esfera pública.
Referentas como Elena Caffarena, Amanda Labarca y otras activistas feministas comenzaron a desafiar esta realidad. Su lucha no solo implicaba exigir derechos políticos, sino también combatir los prejuicios sociales que consideraban que las mujeres no eran aptas para participar en la toma de decisiones.
El camino hacia la conquista del voto femenino fue largo y estuvo lleno de desafíos. En 1934, las mujeres lograron votar por primera vez en elecciones municipales, un avance importante que sentó las bases para una mayor participación. Fue el 8 de enero de 1949, con la promulgación de la Ley N° 9.292, cuando las mujeres chilenas conquistaron el derecho a votar en elecciones presidenciales y parlamentarias, consolidando su participación plena en la vida política del país.
Sin embargo, la inclusión del voto femenino no sólo transformó el panorama político chileno, sino que también visibilizó las demandas y necesidades de las mujeres en un espacio históricamente dominado por hombres. Las elecciones de 1952 fueron las primeras en las que las mujeres participaron de manera masiva, marcando el inicio de una transformación social y política en el país.
Este cambio no habría sido posible sin la organización de las mujeres que participaban de ligas y movimientos que lucharon por la justicia y la igualdad.
Desafíos de hoy
Hoy, el Día del Voto Femenino en Chile no solo nos invita a recordar y rendir homenaje a aquellas mujeres que abrieron el camino, sino también a reflexionar sobre los desafíos que persisten. Han pasado apenas 73 años desde que las mujeres obtuvieron el derecho a voto, un período que incluye 17 años de dictadura en los que el ejercicio democrático fue cercenado. Es demasiado poco el tiempo que tenemos este derecho.
Aunque hemos avanzado significativamente, la igualdad de género sigue siendo un objetivo pendiente en muchos ámbitos, incluida la política. Por ello, el llamado a los espacios feministas es claro: debemos seguir organizadas, creando proyectos feministas que disputen los distintos espacios para promover más políticas públicas con perspectiva feministas, las cuales hasta el momento, claramente, no son suficientes.
Vivimos un momento complejo, marcado por una disminución en la participación y movilización de mujeres. Cada vez somos menos las que salimos a las calles el 8 de marzo, y los discursos de odio hacia las mujeres, que creíamos haber comenzado a superar, resurgen con fuerza desde la ultraderecha. Esto nos recuerda que no podemos conformarnos ni bajar la guardia: las políticas feministas no se crearán por sí solas. Ningún avance ha sido por magia.
Además, es alarmante la baja representación femenina en espacios de poder en Chile. Un ejemplo evidente es la ausencia total de gobernadoras a lo largo de nuestro país. En 2021, tres mujeres fueron electas como Gobernadoras regionales; actualmente, ninguna ocupa este cargo. La brecha de género persiste al tener sólo un 16,2% de las alcaldías en manos de mujeres, y la escasa presencia de concejalas en los municipios. Sin embargo, no basta con tener mujeres en posiciones de poder para garantizar políticas feministas. Es necesario impulsar proyectos políticos radicalmente feministas y cuestionar activamente las etiquetas de «gobiernos feministas» que no se traduzcan en acciones concretas.
Este es un llamado urgente a la acción, la organización y la construcción de un movimiento feminista sólido y comprometido, capaz de avanzar hacia una verdadera igualdad.
Conmemorar el Día del Voto Femenino no solo es un acto de memoria histórica, sino también un compromiso con el presente y el futuro. Es recordar que los derechos que hoy disfrutamos no llegaron sin lucha y que cada paso hacia la igualdad ha sido el resultado de la valentía y la determinación de muchas mujeres. Es no olvidar que el futuro también depende de nosotras y de los proyectos que podamos construir. De que el poder de votar y de cambiar las cosas depende de nuestra organización y de las políticas que llevemos a cabo. Como advirtió Simone de Beauvoir, los derechos de las mujeres nunca son permanentes y debemos permanecer vigilantes toda vuestra vida.