FMS World Series Santiago: El cansancio de quienes se quedaron

Santiago de Chile fue sede de una extensa y controvertida jornada de FMS World Series, la liga de batallas de gallos que enfrenta a los buenos con los mejores.

Hace un par de semanas se disputó en nuestro país la jornada 2 de FMS World Series 2024, liga profesional de batallas de freestyle que enfrenta a 10 de los mejores freestylers de la escena en duelos nunca ocurridos y revanchas esperadas. Tras una primera jornada bien recibida por el público, realizada en Bolivia el 12 de diciembre, las expectativas sobre el evento ocurrido en el Court Central Anita Lizana del Estadio Nacional eran altísimas, y la jornada en sí no estuvo para nada exenta de polémicas.

El evento destacó por algunos enfrentamientos intensos y de calidad que destaparon los gritos y la efusividad del público, como Chuty VS Valles-T, Gazir VS El Menor, Aczino VS Larrix o Teorema VS El Menor, siendo este último competidor el conmemorado como el MVP del evento. Sin embargo, el público de la jornada fue y está siendo altamente criticado en redes sociales como Instagram o X por parte de los consumidores de batallas, cuestionando el poco ánimo y energía de la audiencia en batallas no tan dinámicas (afectando el estado anímico y nivel de rimas de los propios competidores) y un excesivo apoyo a El Menor en su batalla contra Gazir, dejando a este último sin gritos ni soporte de la gente, afectando su rendimiento y el resultado del duelo (victoria directa de El Menor). Ahora mismo es común leer en redes afirmaciones como “No hagan más eventos en Chile”, “¿Qué pasó con el público chileno?” o “Por fin se acabó la mentira de que Chile es el país más rapero”. Como consumidor de la disciplina desde hace algunos años, puedo decir que no es tan novedoso el desdén internacional con el que se observó al público de nuestro país el pasado domingo, pero creo que el enfoque con el que se analiza la problemática no es del todo correcto. Lo sucedido en FMS World Series tiene matices, y es que la propia industria y organizaciones de competencias chilenas de freestyle están en una crisis en cuanto a su relación con el público y apelación a nuevas masas, de manera evidente pero contradictoriamente difícil de explicar.

El freestyle chileno competitivo vive, posiblemente, su mejor época en toda su historia en cuanto a su reconocimiento internacional. El hecho de que entre los diez competidores de la FMS World Series hay tres chilenos (El Menor, Teorema y Nitro), dejando a Chile como el país con más representantes en la liga, lo reafirma, sumado al subcampeonato de FMS Internacional 2024 y tercer puesto en Red Bull Internacional 2024 obtenidos por El Menor, la gran recepción del público a la Red Bull Nacional 2024 de Chile, siendo calificada por muchos como “la mejor del año”, el buen recibimiento mundial de la FMS Chile 2023, también considerada, en un año en que las FMS nacionales fueron muy cuestionadas, como “una de las mejores del año” y a la gran camada de freestylers chilenos valorados internacionalmente, con nombres como Drose, Anubis, Rodamiento, Metalingüística o Acertijo, junto a los tres participantes de World Series, resonando en las opiniones del público. Incluso la cultura de las batallas escritas, también parte del movimiento Hip-Hop, intenta surgir mediáticamente en Chile con eventos como “Barrabase”, invitando a freestylers y a MCs de renombre como Cevladé y consiguiendo gran apoyo del público internacional. Con este gran presente competitivo, es difícil de entender que exista una actualidad gris en cuanto a las organizaciones, recaudaciones y masificación de los eventos de freestyle en Chile. Atrás ya están los tiempos en los que se realizaban en nuestro país con gran expectación, salas llenas y efusividad total la ya desaparecida God Level, la esporádica DEM Battles o las desocupadas BDM Gold y Deluxe. ¿Qué pasó? ¿Por qué el público en FMS World Series estaba “apagado”? ¿Fue un suceso aislado o es algo arraigado con la sociedad chilena y su percepción de las batallas?

Recogiendo testimonios de asistentes al evento, se puede percibir que la organización de FMS World Series Santiago dejó mucho que desear. La jornada se atrasó una hora; tenía fijada como hora de comienzo las 19:00, pero la apertura de puertas comenzó aproximadamente a las 19:15, haciendo que las aproximadamente 5.000 personas que asistieron tuvieran que entrar al Court Central (un lugar que tampoco es tan grande) en una larga y extensa fila. Al no haber más de una fila, la entrada al recinto demoró entre 40 y 60 minutos más, retrasando aún más el evento y generando cansancio en los espectadores. Las filas largas, ya dentro del evento, también existían en los baños y puestos de venta de comida y agua, por lo que, según testimonios, “ibas a comprar algo y te perdías dos batallas”. Al retraso del ingreso se le sumaron varias fallas técnicas y humanas que pasaban conforme el evento transcurría, como cortes en los micrófonos de los competidores, fallas en el auricular de Bekaesh (host del evento), errores en las pantallas que debían mostrar palabras para estimular a los freestylers o descoordinaciones en el uso de objetos y escenografía en ciertas batallas, que, en conjunto, retrasaban e interrumpían la fluidez del evento, que ya estaba muy atrasado. Por todo esto, Urban Roosters se comunicó por correo electrónico con los asistentes a la jornada, pidiendo disculpas por la desorganización y dejando una encuesta donde se podía evaluar el evento.

Teniendo en cuenta esta mala organización, el cansancio del público era notorio y comprensible, sobre todo en la segunda mitad de la jornada, en la que se pudo percibir una audiencia más “apagada” y que apoyaba menos a los freestylers en ciertas batallas que tampoco impactaron a los oyentes en demasía. Algunos asistentes también afirmaron que, salvo las batallas destacadas aludidas anteriormente, el resto de los enfrentamientos tampoco fueron muy estimulantes, con rendimientos de algunos freestylers como Nitro, Letra o Kodigo que, si bien lanzaron algunas rimas buenas y contaron con el apoyo del público, tampoco fueron memorables. Las acusaciones de sobreapoyo a El Menor en su batalla contra Gazir fueron congruentes con los dichos de algunos asistentes, aunque también afirmaron que el sonido ambiente, oíble en la transmisión en vivo del evento, tampoco sonaba con tanta intensidad como para que se notaran los gritos del público, que también apoyó las rimas del freestyler español.

Entendiendo esto, lo que pasó el domingo no parece ser un caso de discriminación, localía o neta falta de apoyo del público a los competidores, sino una desorganización inmensa por parte de Urban Roosters, que hizo que el evento se alargara más de lo necesario y cansara a la audiencia. De todas formas, existieron acusaciones en redes sociales de propios chilenos que atacaron al público del Court Central, afirmando que “El problema no es que hagan eventos en Chile, sino que hagan eventos en Santiago”, “El público de otras regiones es mucho mejor que el de Santiago” o, incluso entremezclando connotaciones raciales violentas contra los migrantes, “Ahora ni siquiera los chilenos consideramos a Santiago parte de Chile”.

Si bien el público chileno era considerado por el público del freestyle como uno de los mejores, principalmente por su efusividad y neutralidad al apoyar a los raperos en eventos internacionales de renombre como la Red Bull Internacional 2021, BDM Deluxe (2015, 2016 y 2018) o Doble AA (2017 y 2018), también ha sido históricamente cuestionado por apoyar en exceso a los locales en competencias realizadas en Santiago de Chile, principalmente en eventos masivos de batallas dos contra dos o tres contra tres como God Level (2017, 2018 y 2019), en los que existían confrontaciones entre equipos de freestylers que representaban a diversas naciones, creando una “guerra de países” entre los públicos. En Chile, los eventos de God Level donde competían Teorema, Nitro y Kaiser, conformando el “Team Chile”, generaban una expectación inmensa, y solían llenar el Teatro Caupolicán con recurrencia, un recinto con capacidad para 7.000 personas. Además de ser eventos sucedidos en 2018 y 2019, que coincidieron con el momento de mayor interés masivo en las batallas de freestyle, con enfrentamientos que en YouTube sobrepasan los millones de visitas, las God Level generaban en redes sociales olas de toxicidad, racismo y peleas internacionales basadas en las nacionalidades de los usuarios, por lo que la “localía” no es una problemática específica que se le pueda adjudicar sólo a Chile como público (en Perú, México y España pasaron incidentes similares con las audiencias), y tampoco es un inconveniente nuevo. El público era más efusivo por las “guerras de países” y porque también el freestyle era un fenómeno con mucho mayor alcance que el que tiene ahora, por lo que la audiencia que asistía a las batallas no siempre estaba compuesta por conocedores de la disciplina que iban a apoyar el nivel de los competidores, sino que asistía gente a gritar por sus compatriotas como hooligans. Lo sucedido con el público de World Series es incomparable con esos tiempos, ya que la audiencia del domingo pareció ser un público cansado por las desorganizaciones, atrasos y fallas técnicas, más que una masa de personas que querían ver ganar sólo a los chilenos o que no iba a apoyar a todos los freestylers.

De todas formas, creo que esto debería desviar el debate de “¿Por qué el público de World Series estaba tan apagado?” a “¿Por qué el freestyle chileno ya no tiene la masificación de antes?”, y esta última es una pregunta de difícil respuesta. Ya no se realizan God Level en Chile desde 2022, y el último espectáculo (“God Level All Stars”) no tuvo el mismo público de las ediciones anteriores, además de haber sido un evento PPV (tenías que pagar para verlo en streaming), algo nunca hecho antes por la organización. BDM Gold y Deluxe son eventos que se realizaron en 2024 con aforos de menos de 500 personas (cifra inexacta), y eran espectáculos que entre 2015 y 2018 reunían a los mejores competidores del mundo en eventos explosivos y que atraían bastante gente. FMS Chile vivió un bajón más notorio aún en la cantidad de su audiencia; pasó de organizar sus jornadas en Santiago en el Teatro Caupolicán (en la Temporada 1), a realizar sus eventos en recintos como la discoteca Blondie (Temporada 3), el Teatro Teletón o el Club Chocolate (ambos en la Temporada 4), lugares con un aforo mucho menor que rondan entre las 800 y 1.500 personas. Este año, FMS Chile ha realizado sus tres fechas en Chillán, Constitución y Rancagua, con entradas gratuitas y producidas en colaboración con Chilevisión (el único medio de comunicación masivo que difunde contenido de las FMS en Chile), las municipalidades de las dos primeras urbes, entre otras corporaciones. Antes de 2023 era impensado que se realizaran eventos de tal magnitud internacional como la FMS con entradas gratuitas, aunque esta técnica fue efectiva porque la asistencia a las jornadas de este año no ha sido menor, aunque sí es incomparable con las de los eventos de 2018, 2019 y principios de 2020.

En redes sociales algunos adjudican este bajón de la masificación del freestyle en Chile a distintos fenómenos, como la disolución de la estructura tradicional de DEM Battles, competencia callejera muy masiva que trajo mucho público nuevo a las batallas, el “bajo rendimiento” de freestylers atractivos para el público como Teorema, El Menor o Ricto durante la FMS 2020, temporada realizada durante la pandemia que no pudo mantener al público chileno enganchado a las batallas durante ese período gris y sin tantos shows debido a la cuarentena, la no realización de eventos en equipo por países, como God Level, que unían, a través del nacionalismo, y generaban debate en la comunidad, la “despreocupación” de Urban Roosters por la FMS Chile durante 2020, 2021 y 2022, en cuanto a la divulgación de los eventos y la selección de participantes “poco atractivos para la audiencia”, o simplemente la consideración de que el freestyle fue una moda pasajera que no pasó el 2020, y que además tuvo su peak de audiencia a través de freestylers que ahora están casi retirados como Kaiser, Ricto, Stigma, Fusok, Barto o Pepe Grillo. En torno a esto último, Chile no es el único país que pasa por un proceso parecido, ya que el freestyle en Argentina, Perú o España también perdió público tras el 2020, después del retiro de figuras muy mediáticas de la disciplina como Wos, Trueno, Jaze o Bnet.

No existe una sola respuesta a por qué el freestyle chileno ya no tiene el mismo público de antes. El mismo hecho de que sus mayores momentos de audiencia fueron 2018 y 2019, años en los que ocurrieron fenómenos de liberación popular, cultural e ideológica como la ola feminista o el estallido social, puede tener relación con la explosión mediática de esta arte verbal que también va en contra de los cánones conservadores del lenguaje, el deporte y la cultura, y, siguiendo esta misma hipótesis, así como con la pandemia y el paso del tiempo Chile terminó sin concretar las principales metas de esos procesos históricos y socioculturales (y dando pasos hacia atrás en otros aspectos), puede ser entendible que el revuelo ocasionado por las batallas de gallos en el público que le gustaban las batallas no apasionadamente simplemente haya desaparecido con los años. Puede que el interés se haya ido simplemente porque la moda pasó, y así como la sociedad chilena se volvió quizás más amarga, polarizada y conflictiva que nunca en la historia moderna del país, el público que consumía freestyle empezó a sentir vergüenza de lo que veía y escuchaba, siguiendo el paso de una colectividad que, durante la pandemia y después, estaba preocupada de otras cosas. Entendiendo este contexto, me parece mala idea para la industria de las batallas de gallos criticar a los raperos y públicos con violencia y sin objetivos constructivos, como ha sucedido en redes sociales con la FMS World Series del pasado domingo. Ya se ha ido mucha gente de la comunidad de freestyle; no destruyamos a quienes se quedaron.

Vicente Fontecilla

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile. Administrador y creador de contenido en el instagram Fontecine. Cinéfilo y fiel creyente de que la prensa bien hecha puede cambiar el mundo.

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