La Geopolítica en el centro de 2025

El primer cuarto del siglo XXI ya casi llega a su fin, y este 2025 nos aleja cada vez más de las tesis de finales del siglo pasado y principios del 2000. Lejos, demasiado lejos, quedaron las tesis de Francis Fukuyama. Autor, que, en el ocaso del mundo unipolar, declaró el fin de la historia, precisamente en el momento en que se declaraba al capitalismo como terminal y sin salida. El coletazo fue duro, aún hoy, en “best sellers” como <<Realismo capitalista>> de Mark Fisher, se deja sentir el espíritu hegemónico de la ausencia de alternativas, pero en un contexto diametralmente opuesto al de la década de los 90 que nos encontró a los chilenos en una contingencia nacional marcada por la llamada “transición democrática” en la que aún había esperanza y que finalizó con el estallido social de 2019, en la que la esperanza retorna pero sin programa. 

El 2001 mostró la contracara del mundo global, y trajo de vuelta a la geopolítica como una herramienta necesaria para pensar y pensarnos en el mundo. La batalla de Bush contra los talibanes desempolvó también a la teología, que nos mostraba a la guerra como una extensión religiosa. La historia renacía con toda su expresión contradictoria, a la vez que su rueda volvía a girar confrontando al mundo occidental con todo aquello que no fuera lo mismo. Una rueda que hasta la fecha sigue girando a base de hidrocarburos, que en su momento puso a Afganistán bajo la mirada de un imperio que se había autodeclarado triunfante paradójicamente bajo la pluma de Fukuyama, ese yanquee-japones (como lo llamó Mauricio Redoles), que expresaba la víctima de la bomba y el discurso de cierre de un relato aparentemente autoconclusivo. 

Términos como el “imperialismo” habían sido catalogados de anacrónicos hasta que los gobiernos populistas de Latinoamérica le dijeron no al ALCA, en un acto soberano que comenzaba a agrietar al Mercado Global y el pleno dominio norteamericano. Si algo podemos decir de este primer cuarto de siglo es que la historia no había terminado. El despertar de nuestro continente avivó un nuevo McCarthismo que giró del enemigo interno a la lucha “antiterrorista” con enormes fracasos, que ha dejado a la derecha norteamericana en un debate interno entre globalistas y nacionalistas, desmantelando uno de los pilares del capitalismo tardío neoliberal, que tras la crisis del 2008 no ha parado de resquebrajarse con innumerables crisis de legitimidad en la que Chile 2019 fue una de ellas.  

La geopolítica, es una herramienta de doble filo, imprescindible para el análisis de situación, pero que parte de una noción belicista instalada en occidente que va desde Heráclito hasta Kissinger con el lema “la guerra es el origen del todo”, noción que considera erróneamente que la guerra es una extensión de la política, tesis popularizada por von Clausewitz que ha contaminado desde el progresismo a la izquierda radical. Una noción que ha subordinado a la razón, ya distorsionada del mundo moderno a un ego de dominación que precede al “ego cogito” que configuró al ser moderno occidental. Este “ego conquiro” nacido al calor del genocidio de nuestros pueblos originarios ha sido la base sobre la cual se ha levantado la conquista moderna, colonial, capitalista y patriarcal que nació en nuestro territorio en 1492.   

Sin embargo gracias a la geopolítica o la crítica de la geopolítica moderna, es que podemos develar el verdadero asunto detrás del ajedrez global. Me refiero al evidente “colapso” de los tres grandes horizontes históricos que se encuentran en crisis en estos momentos. A) El horizonte civilizatorio moderno/colonial inaugurado en 1492. B) La hegemonía norteamericana consolidada cabalmente a partir de 1945 y C) El del modelo neoliberal surgido a nivel global desde 1973 con el golpe de estado en nuestro país. En donde la crisis de representatividad y de la propia democracia liberal no son más que los síntomas inmediatos de una situación que perturba el relato occidental desde Francia, pilar ideológico de occidente, hasta la inestable Corea del Sur. Contexto conflictivo que se da en un momento de absoluta latencia, que ha tenido al mundo a la espera de los resultados presidenciales de EE.UU. que tienen nuevamente a Trump como líder de un mundo en disputa.

El 2025 será un año de incertidumbre, el 20 de enero con el recambio presidencial de EE.UU. comenzaremos recién a tener certezas. Para nosotros, nuestro rol de filósofo crítico es reflexionar lo real, la especulación es una tarea colectiva para la ensoñación, ya que los sueños que aquí nos importan son sólo los comunitarios. De todas formas podemos afirmar que Trump inclinará la balanza con respecto a las relaciones con América Latina, China, y la Guerra entre Ucrania y Rusia. Es muy probable ver nuevamente una reducción de frentes por parte de EE.UU, donde Trump vuelva a centrarse específicamente en China como contrincante. Con mayor autonomía, creemos que el genocidio en Palestina por parte de Israel continuará, quedando en manos del activismo internacional condenar la aniquilación deshumanizante que lleva adelante Israel. 

América Latina presenta para el imperialismo norteamericano un escenario prometedor, con una alianza directa con los dos países más grandes del sur del continente, la Argentina de Milei y el Brasil de Lula que ha ido girando, quizá no tan repentinamente a una posición pro estadounidense. En el caso chileno, tenemos una subordinación directa de Gabriel Boric a la agenda de la OTAN, siendo el genocidio en Palestina el único punto discordante, tema que de todas formas no resulta central en la agenda de Trump, quien buscará reducir el gasto militar para volver a impulsar una política proteccionista de crecimiento y competencia directa con China. El genocidio se expande también a territorio Sirio poniendo a América Latina en alerta, puesto que a pesar del colapso, el contexto bélico de disputa por los recursos naturales sigue aun siendo el motor de la praxis imperial, pero con un continente mucho menos preparado que hace 20 años para afrontar presiones que reduzcan nuestras maleables soberanías. La geopolítica ha regresado para quedarse, con la historia y la lucha abierta de los pueblos. 

Por: Roberto Lobos V.

Roberto Lobos

Filósofo dusseliano. Militante del Partido Popular. Director de Formación de Plebeya y coordinador de La Asociación de Filosofía y Liberación Chile (AFYL). Editor, Investigador y Docente Universitario. Ha publicado con autores como Enrique Dussel, Slavoj Zizek, Alain Badiou, entre otres.

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